lunes, 21 de noviembre de 2011

"Una lágrima seca" por: Jonathan Minila para la Revista Lenguaraz

Se alejó hasta donde nadie conociera su nombre. Se sentó en la banqueta, debajo de un edificio de departamentos, y comenzó a llorar. Él, sin saberlo, en el segundo piso, comenzó a escribir una carta a una mujer con el mismo nombre. La vida es así.
Arrugó la hoja y la lanzó por la ventana.

¿Qué sentido tenía si estaba muerta?

La carta inconclusa cayó a pocos metros de Cristina. Secó sus ojos, la levantó y leyó:
Jamás leerás esta carta, pero no importa: necesitaba escribirte. Pienso en ti y en tu muerte. Te fuiste con lágrimas en los ojos y no puedo soportarlo. Por favor, donde quiera que estés deja de llorar…

Cristina doblo la carta y la guardó en el bolsillo de su pantalón. Volteó a buscar la ventana por donde había sido lanzada y una ráfaga de viento le arranco una lágrima que se secó en el pavimento unos segundos después

domingo, 20 de noviembre de 2011

De la música

Con estas manos que se elevan ligeramente del suelo
manos que alargan su sombra en horas negras
y que construyen el mundo que un día decidí inventarme


Con los tragos que afilan mis palabras
para atravezar laberintos


Con el roce de las nubes que me arrastran mar adentro
hacia una extraviada isla donde la sangre es bestia tempestiva
blanca
definitiva

Me destruyo

Entonces una caricia, puerta delatora
deja entrar la llovizna
inclinando la balanza hacia lo desconocido
hacia un destello
que me descubre de rodillas
pidiendo regresar a aquel momento del dia
en que fuego palabra y verdad
fueron pulso y melodia

lunes, 7 de noviembre de 2011

Y si al final no queda brillo de esta estrella es porque seré el brillo del oro