Se descubre una delgada silueta que cruza el escenario después de un saludo amplio y una caravana agradecida y con micrófono en mano: “¡Mira nada más Querétaro! Ely Guerra toma su guitarra, y entre un apabullante sonar de las gargantas reunidas en el Life Music Hall se abre paso con su música.
Una flor abriéndose plena en la primavera, cautiva e hipnotiza, así la voz de Ely Guerra llena el recinto con el primer tema que interpreta, indicio de una velada llena de entrega.
Un repaso de aproximadamente una hora de la discografía de la cantautora, pasando por temas de sus producciones 'Lotofire', 'Para morirse de amor' y 'Sweet & sour, hot y spicy', pero interpretadas en su forma más pura, desnuda y orgánica, la voz de Ely Guerra fue acompañada simplemente por su guitarra.
Los asistentes, que no dejaban un solo espacio vacío en el Life Concert Music Hall, coreaban intensamente cada una de las canciones de la regiomontana. Sobre sillones, en las escaleras que flanquean el escenario y sobre las mesas, había espectadores para alcanzar una mejor perspectiva de la cantante, y cuando el lugar cimbraba con toda esta energía, Ely Guerra decidió dejar su guitarra de lado, levantarse del banco donde se apoyaba, guiar sus pasos al filo del escenario y comenzar a cantar a capella: “…Bésame, con un beso enamorado, como nadie me ha besado desde el día en que nací…”, tango importado de tierras argentinas: Júrame, y lograr hacer presente el silencio en los queretanos que sorprendidos por la potencia de la voz y por el detalle de la cantante, formaron en común acuerdo una línea con sus labios.
El concierto fue oficialmente terminado cuando los últimos acordes de ‘Quiéreme mucho’, dieron pie a una marea humana rompiendo en aplausos.
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