Una noche de matices, de texturas y de ideas como resultado de una clara y profunda introspección recorren y exploran la diversidad y la complejidad de la otredad, una noche en la que el Museo de Arte inaugura simultáneamente dos exposiciones: ‘Universos de alteridad’, del reconocido queretano Rubén Maya, y ‘Sol de luna’, de Roberto Ortega, donde los autores nos presentan un sendero de caminos que se gestan bajo la luz de la curiosidad y que se bifurcan al encontrar su voz propia e individual.
- Los Universos de Rubén Maya
Después de haber realizado una gran cantidad de instalaciones y de objetos de arte en los que intervenían técnicas multidisciplinarías, como performance e instalación, Rubén Maya decide darle voz a la mano, a su instrumento primordial, decide regresar el poder de la creación al trazo libre y a la reacción espontánea de los trazos guiados por el contacto directo con el objeto.
La intención primordial del queretano es que los asistentes se descubran en los enigmáticos rostros que se presentan a lo largo de su trabajo.
Existe un aspecto simbólico en cada una de las piezas de esta exposición, rostros y objetos se diluyen en los fondos de los retratos, creando incógnitas que sugieren en la observación su respuesta.
Esta es la premisa primordial, la observación directa y clara ante un espejo formado por sus placas, es ahí donde Rubén encuentra la relación consigo mismo y con el otro.
“Mediante este trabajo se liberan mis cuestionamientos y mis interrogantes, doy pie a que las situaciones que me provocan curiosidad tengan voz y encuentren una respuesta”, comenta Rubén.
A través de cuarenta y siete piezas, Roberto Ortega nos presenta un trabajo retrospectivo, un trabajo que ha venido gestándose a lo largo de todos sus años de inquietudes y de descubri
miento bajo la luz de la plástica.
Un viaje nos presenta el autor donde propone un mundo de fragmentación temporal, un universo compuesto por destajos arrancados ferozmente del manto del tiempo, de una realidad
construida por diversos enfoques en el que el ‘otro’ se involucra de manera activa y dinámica.
“Esta exposición es un lenguaje que nos toca en la parte más secreta”, comenta el autor, pues expone al hombre creando su propio universo de una forma a veces onírica y a veces aproximativa.
“El tiempo no es secuencial, el tiempo ocurre en un mismo instante, nosotros lo hacemos secuencial para comprenderlo”, es la premisa básica en este trabajo presentado por Roberto, quien ha logrado reunir las piezas que integran diversos periodos de trabajo y de desarrollo creativo.
Una serie que a retrospectiva desea ser habitada por las miradas curiosas, por el pensamiento que valiente se interne en la soledad que merodea y perfuma estos óleos y por el explícito apetito de redefinirse en un universo fragmentado y alterno.
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