sábado, 26 de diciembre de 2009

Conjuro de los imposibles

Es el distante y solitario movimiento de nuestras vidas a través de la eternidad lo que define al perfil del tiempo, por eso, será la acción la determinante de nuestro verbo de velocidad constante.

Aereos, terrestres, acuáticos... todos se cubrirán de polvo al dejar esta inconmesurable red; engranaje mínimo que forma parte de una exacta certidumbre planetaria, de una tremenda doctrina cincelada por el paso de los siglos sobre verdad humana: la inmortalidad nos hizo temerarios , el abismo temerosos.

Al despertar, cuando cae sobre nosotros la luz primera de la conciencia y hemos dejado nuestro velo inconciente atado a la noche, comenzamos el día creyendo haber espabilado las maravillas de infinito que contienen nuestros sueños, sin embargo es ahora que nos encontramos indefensos y víctimas de una vasta pluralidad, de oceanos de símbolos plagados de infinito, de un estado conocido también como vigilia.
Esta marea nos deja la inquietante sensacion de no saber cuando nos encontramos delante del tiempo auténtico o de su reflejo y el vértigo de una contundente certeza: el tiempo es la multiplicidad de trazos de su movimiento dibujados en nuestra memoria.

Un instino me susurra al dormir: "el tiempo nace tormenta, crece en llovizna cautelosa y si es dirigido en perpetuo movimiento de acción definida logra morir en ligera briza", al despertar leo mis labios en el reflejo del espejo que dicen: que duro debe ser lo contrario.

1 comentario:

  1. Teresita Monero-man6 de enero de 2010, 19:25

    Alguien ha estado leyendo a Booorgeees... Definitivamente no es para faltos de espíritu ni para mentes sencillas. No te la vayas a creer. Ja.

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