sábado, 20 de febrero de 2010

Espíritus salvajes



Benditos sean los espíritus salvajes que anidan en la expresión feroz de un niño que, al verte llegar a casa no distingue si lo que ha encontrado sea un desfile de sombras, un abismo, o una mirada sumergida bajo los pliegues de un rostro mordisqueado por la noche.

Y decide, entonces, perseguirte con una espada de madera en la mano derecha y un sueño en la izquierda, tan molesto es como una avispa que ha decidido hacer de tu oreja un panal y que, acentua la voluntad de su ataque después de ver con cierta repulsión una mueca espantosa que te crispa la boca, no cree un segundo de tu sonrisa miserable.

Te ha denunciado cobarde entre espadazos, sabe que no responderás su lance… pero no sabe del peso de la madrugada en tus brazos y párpados, además para ti, la guerra ha terminado.

Benditos sean los espiritus que tempestivamente han dominado la voluntad de ese niño, quien te persigue desde la primera mañana en la que no fuiste capaz de levantar ni la mirada, ni las manos en señal de guardia o ataque, desplomó en tu cama la idea de avivar esa ansiada batalla entre héroes y villanos.

Pálido, ahogado bajo la apatía de distinguir lo cotidiano y lo milagroso, los recuerdos gloriosos y dolorosos, derrota y victoria avanzas entre la cavernosa oscuridad de las cortinas empolvadas y puertas a medio cerrar que conducen hacia tu habitación.

Al cerrar los ojos, la respiración, nostálgicamente agraviada por el peso que desciende sobre los sueños parece asfixiarnos, somos entonces llamados a mirar a hacia nuestro pasado más remoto para recordar un heroe de nuestra niñez: espectro galopante que cruza lejanos reinos de madrugada y que hoy de pie frente a nuestra cama avisa que los años se han tornado azules.

Benditos sean los espíritus salvajes que anidan en mensajeros siempre alertas, en guerreros que libran batallas siderales en el espacio breve de una habitación sin ventanas, que hieren con la agudeza de una espontaneidad, que agitan en nosotros un enigma onírico y que en un segundo con la destellante inteligencia que resulta de una imaginación desbordante y un misterio cauto te preguntan: ¿cuando dejaste de soñar?

1 comentario:

  1. La nostalgia se sometió ante el reclamo bélico de la espada de madera... El enojo, la protesta se impusieron a la melancolía primera.
    Todos en contra de los sueños que se han tornado azules! Tsss... qué chido vuelco!

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