Parió la noche una luna solitaria, tenue, habitada solo por miradas náufragas. Dentro ese limbo de silencio, entibiaban sus manos.
Convocaban al tiempo y acudia la niebla, acercaban los labios y entre ellos la claridad del dia y mientras su piel celebra lo que no muere, se abre al corazón el horizonte.
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