De tanto palpitar mi corazón huele a herida que no cierra
y bajo la luz ciega que genero no hay ventanas para abrir
De estas caricias crecen mares negros
crepúsculos de heroes
precipicios y caidas
Callo así nuestro amanecer en cada tarde
y no es el olvido ni el secuestro
es el miedo para volar
Pues quien ha aprendido a volar no vuelve,
sigue hasta perdese en el infinito
Para volar y caer hay palabras
la mayoria dictan confusión
dentro del oscuro oceano en el pecho
donde anidan flores de eclipse
y enigmas de estrella
que sombra la incertidumbre nuestra
Para romperme los candados el único jurado
es el presente
Ese nombre exhalación
en el que encotramos el espacio digno
y su palpitar de niebla
es dolor consistente en hacernos uno
no con lo que sabemos
sino con lo que por desdén dejamos de percibir
así la convulsa naturaleza nuestra
Y que más ciudad-caricia-luz
que el silencio concentrico que atrae hacia la noche
Esperemos belleza, aquí, en la penumbra
en la soledad de unos brazos
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