¿Existe más absurdo objetivo,
que el de la serpiente que pretende seducir con una flauta mágica?
Sean las palabras del tamaño de un árbol de lamentaciones
y la voz un turbio y luminoso flujo bajo la tierra
¿Existe nuestra voluntad después de la orilla?
Solo en horas amarillas, rojas y azules
con las que madrugadas de ala cerrada tiñen nuestra tumba
Y en el eterno cielo de Septiembre
en su definitivo temblor de una vida sin muros
que sonríe sobre nuestro siglo de insomnios
Somos soledades coronadas, placeres cautivos
y el eco donde resonó el hastío
Somos el ruido de casas viejas
que el roce de una imaginación infantil
convierte en monstruos, gigantes y tiranos
el hielo sordo que florece en los murmullos
y un abismo que gira locamente buscando el instante de los cuerpos
¿Existe mejor veneno que los días largos de noches cortas?
¿Que la palabra ardiente y desoída?
¿Que los hombres más valientes abandonados?
¿Que las virtudes de vírgenes hipócritas?
Solo despertar con nuestro cuerpo aun caliente entre las manos
mientras la noche busca sus estrellas en estos labios entre abiertos
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