Mientras una moneda cae hacia el fondo de una fuente
tengo la sensación de que nadie me mira, entonces,
recargo mi cabeza en el hombro y por encima de nubes de humo busco espacios olvidados, nombres para nuevos y antiguos mundos.
Era yo un viento incipiente, ingenuo
una chispa en silencio esperando detrás de una puerta
de pronto un grito y un frasco derramado
sangre y la caricia de sus dedos
Entonces la moneda tocó el fondo;
tuve que aprender a no mirar mi reflejo ni en agua estancada
ni sin una vela encendida
tuve que aprender conversaciones añejas dichas en cualquier parte
y a esconder los secretos nombres con los que el cielo me llamaba
Hasta que la moneda tocó el fondo y aparecieron los espectros rutinarios
No hay comentarios:
Publicar un comentario