lunes, 9 de mayo de 2011

Da el cuerpo la miel quemada

Nadie bajo ninguna sombra
Guardó su voz
Ni encontró tu nombre como desengaño

Nadie advirtió las islas de aire prisionero
de sangre y cenizas
donde se batía el recuerdo con la esperanza
y la soledad de dos

Así, tus manos de polvo hicieron caricias desiertas
y el pulso de la noche, tormentas de ala fatigada

No era encontrarte, ni andar en bosques de abismos
era no ser
era abrir las alas y dejarse ir

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